Mauricio de la Maza-Benignos tiene un amplio trayecto dentro del cine documental tanto de formato corto como de formato largo. Por sus estudios de biólogo y por su trabajo de documentalista queda claro que hay algo dentro de la naturaleza que lo llama. Sus misterios, la vida animal, el color y su magia lo han enganchado y con cámara en mano busca explorar este mundo y darlo a conocer. 

Como ejemplo está Ad memoriam rei perpetuam que, aunque concebido como una denuncia política, se desarrolla como un reflejo audiovisual del hábitat de los pastizales mexicanos y la fauna que habita en este ecosistema. El documento funciona como preservación de un modus vivendi y es esto mismo lo que también se vuelve relevante en su más reciente trabajo Celebrando la vida otra que humana.

Para este cortometraje Mauricio deja detrás al ser humano y enfoca su lente hacia distintas especies animales que habitan en el reino biogeográfico neotropical de varios países de Latinoamérica. No es que el humano no importe, más bien es el que tiene la responsabilidad detrás de la cámara para explorar suelo latinoamericano, desde el estado de San Luis Potosí en el centro de México hasta Puntarenas, Costa Rica. 

Acercándose con fascinación a distintas especies de colibríes, ranas, monos, y otros organismos, el director hace de su cámara una extensión de su ojo que observa pacientemente el comportamiento de estos increíbles animales. El trabajo de de la Maza-Benignos asemeja a la idea del kino-ojo propuesto por los soviéticos hace cien años. Como el ojo humano no puede observar fácilmente el comportamiento de estas especies, debe recurrir al hombre con la cámara, que al posicionarse con calma usando ópticas largas en su aparato fotográfico, puede capturar el mundo que a simple vista no podemos ver. 

Para el hombre detrás de la cámara no hay un momento que sea más mágico que otros, vale lo mismo la muda de piel de una lagartija al juego de un mapache panza arriba sobre unas hojas secas. Las imágenes son complementadas por una voz en off que presenta información pertinente de dichas especies que se ven en pantalla. Por su puesta en escena y montaje, Celebrando la vida otra que humana trabaja bajo los mecanismos formales y antiguos del cine que documenta su realidad. 

Aquí no hay denuncia tal cual como en el trabajo anterior de su director, pero sí hay una postura política determinante. Al finalizar el cortometraje una consigna se revela que hace de su cierre una invitación a la reflexión y a la toma de acciones: “Tenemos un deber ético con la Tierra”. El mundo tal cual como se conoce está cambiando y es la responsabilidad del ser humano preservar toda flora y fauna que queda y que vive a la par en el mundo que todos comparten.